jueves, 29 de octubre de 2015

Capítulo 5 (Samantha)

Vuelvo a publicar a destiempo, lo sé, aunque ahora que lo pienso no es como si le importase a alguien, no se lee, no se comenta. He intentado contactar con María en octubre pero por aquel entonces me dijo que estaba ocupada y lo dejé estar. Otro día hablaremos con más calma sobre los planes de esta historia. Por ahora, os dejo con Samantha.

Capítulo 5


Narra Samantha

A causa de Tiffany apenas había visto el cartel. Ella había intentado pasarlo por alto adrede, no quería que me apuntara, pero, evidentemente, no había reparado en Regina, a quién yo había caído bien desde el primer momento, tan bien que enseguida me había pedido que entrara en las animadoras…El problema es que yo tampoco estaba segura de querer entrar y me había negado. Pero claro está las animadoras habían sido tan pesadas con el asunto que tuve que decirles que lo pensaría. No es que no hubiera sido animadora antes, de hecho había sido una de las más talentosas en San Francisco, llegando incluso a capitana. No, la razón de que no quisiera era que no me interesaba estar tan cerca de Tiffany, verla tan a menudo, tener que hacerle caso, soportar sus besos y gestos cariñosos con su chico. Solo de pensarlo me ponía enferma y sinceramente creo que yo le caía tan mal como ella a mí.

Cuando las clases acabaron me fui a casa y allí volví a darle vueltas al asunto. ¿Debería?, ¿No debería?, ¿Quería?, ¿Pasaría algo por participar?, ¿Tendría que aceptar después? Entonces mientras le daba vueltas mi móvil sonó. Lo cogí y contesté.

– ¿Diga? –

– ¿Samantha?—Oí al otro lado del teléfono, reconocería aquella voz en cualquier lado y momento.

– ¡Shantelle!– casi grité llena de alegría, Shantelle es mi amiga de la infancia. Una chica de pelo castaño liso corto y ojos lilas, azulados. Mide uno sesenta y ocho, tiene la cara redondeada y una mirada que inspira alegría confianza, bondad y seguridad en sí misma. Su historia no era la más agradable. Ella y yo nos conocíamos desde pequeñas porque anteriormente éramos vecinas y nuestros padres muy amigos. Siempre nos habíamos llevado bien hasta que ella tuvo que irse. La historia fue que se juntó con uno de sus compañeros de clase y comenzaron una relación. Una noche olvidaron las precauciones y ella acabó embarazada, el chico en cuestión la abandonó en cuanto se enteró. En cuanto a ella pues, sus padres se enteraron y la obligaron a abortar y luego se fueron lejos y se la llevaron con ellos. No la volví a ver y sí, la eché mucho de menos. Nos contactábamos alguna que otra vez por teléfono y las redes sociales pero no era lo mismo. Ella y yo estábamos muy unidas, éramos amigas, confidentes, casi hermanas y una relación así no se olvida. Por eso me alegre tanto al oír su voz y ella también al oír la mía.

– Si Sam soy yo. Que alegría poder al fin hablar contigo. Dime, ¿Sigues en San Francisco?, ¿qué tal te va todo? – Dijo ella. Shantelle y yo acostumbrábamos a acortar los nombres como mejor nos convenía. Así era que a menudo ella me llamaba Sam y yo la llamaba Shante.

– No ya no estoy en San Francisco y no es que me vaya muy bien pero me acostumbraré. – dije y le conté mi llegada a la nueva ciudad y al Dawson High. Mis padres eran quiénes habían sugerido el viaje, por lo visto había una plaza disponible para mi padre en un bufete de abogados con mejor sueldo que la anterior y él había decidido aprovecharla. Si no fuera porque no tenía muchas amigas de verdad en San Francisco, (quitando Shantelle pero ella ya no estaba allí), habría echado de menos a mis antiguas compañeras pero mis relaciones allí eran muy superficiales. Todas surgidas de la popularidad y la riqueza.

– Sam, ¿Te das cuenta de la suerte que tienes? Vivimos en la misma ciudad y mi casa está a unas pocas calles de tu nueva casa– dijo Shantelle aún más alegre.

– No me digas que…– Me quedé atónita y esperanzada ante el anuncio, echaba mucho de menos a Shantelle, era mi mejor amiga con diferencia. La única que me importaba.

– ¡Dame tu dirección que tenemos que vernos! – Exclamé alegre, quería verla. No, necesitaba verla, me hacía mucha falta.

– ¡Por supuesto! Apunta – Shantelle me dictó una dirección y la apunté en una hoja, tenía razón su casa estaba solo a dos calles de la mía.

– Gracias. Voy para allá – La avisé.

– De acuerdo Sam. ¡Nos vemos! – Me dijo ella muy alegre y colgó.



Poco después les pedí dinero a mis padres y me arreglé un poco, antes de salir les conté lo de Shantelle para que supieran con quién estaba y ellos se alegraron mucho. Seguidamente salí de la casa y aunque estaba segura de que Shantelle me enseñaría la ciudad me pareció adecuado llevar un mapa, por si acaso. Además así me sería más fácil volver después.

Llegué a la casa de Shantelle en unos minutos, esta me sorprendió se trataba de un ático grande y lujoso con jardín y piscina; muy típico de sus padres. Estos no eran atentos como los míos de hecho, hizo falta que ella acabara embarazada para que al fin advirtieran que tenían una hija y le hicieran más caso. Aunque en ese caso fue para mal.

Me acerqué a la puerta y llamé. Fue ella quien me abrió, como siempre no pude evitar compararnos y asombrarme de la diferencia. Yo alta, (mido uno setenta y dos), de pelo largo rojizo y ondulado y ojos marrones; con una mirada única y que desprendía fortaleza y belleza no pintaba mucho al lado de la alegre y confiada castaña de ojos azules de Shantelle y, sin embargo, nos seguíamos tratando como hermanas y contándonos todo.

– ¡Sam! – gritó Shantelle llena de alegría.

– ¡Shante! – Nos abrazamos todas alegres.

– No puedo creer que estés aquí – Dijo ella en cuanto nos separamos
– Ni yo. ¡Qué alegría! – Exclamé. Seguíamos cogidas de la mano, no pudiendo creer que estuviéramos frente a frente de nuevo. Instantáneamente, sonreí llena de felicidad, al final el primer día no iba tan mal como esperaba.

– ¿Has llegado a conocer la ciudad? – me preguntó ella.
– La verdad es que no – admití.

– Pues ven, yo te la enseñaré y de pasó me cuentas tu primer día de clase en el Dawson High. Tengo curiosidad – me propuso
– De acuerdo – acepté encantada. – ¿Y tus padres? – Añadí antes de que nos fuéramos.

– Han vuelto a comportarse como si no tuvieran hija. Ahora están en una exposición o algo así, no me propusieron acompañarlos. Aunque lo cierto es que tampoco querría – me contestó ella. A Shantelle no le gustaban mucho las exposiciones lo veía aburrido y sin interés. Ella prefería salir y, o ir de compras a pasarse una tarde entera en un museo o galería. Una lástima que sus padres no fueran de la misma opinión.

– Parece que hay cosas que no cambian. Oye no tuve ocasión de decírtelo antes de que te fueras y por teléfono sonaba muy impersonal; pero siento mucho lo que te pasó con James. – dije nomeando al chico que la dejó embarazada mientras salíamos de la casa, después ella cerró la puerta con su llave y empezamos a caminar.
– No te disculpes no es culpa tuya. Él es un idiota y yo más por salir con él sin darme cuenta de aquello – me dijo ella.

– No digas tonterías Shante. No eres ninguna idiota sino una chica increíble, alegre, buena, simpática y encantadora y si él no lo vio es porque no te merecía. – Argumenté yo animándola.

– Gracias. Eres la mejor amiga que tengo. – me agradeció ella más animada.
– No me las des. Es la verdad y tú también eres la mejor amiga que tengo – le confesé sincera.

– Bueno, dejemos el pasado atrás y cuéntame. ¿Cómo te fue en el Dawson High? – me pidió ella poco después.

– Pues…– dije y comencé a contarle. Le hablé del instituto, las clases, los profesores, las animadoras y por último Simon, la desgraciada de Tiffany y las pruebas de animación.

– ¿Y no vas a ir? – se sorprendió ella cuando le hablé de ello.

– No, no me apetece. –
– ¡Pero si a ti siempre te gustó ser animadora! – Argumentó ella.
– Ya, pero no me apetece mucho. – contraataqué algo desanimada.

– Es por ella, ¿verdad? – Dedujo entonces Shantelle.
– ¿Quién? – Me hice la ignorante, sabía perfectamente a quién se refería. ¿Cómo una simple chica podía amargar un día?

– Sabes perfectamente de quén te hablo. La Tifanny esa…–

– Shante te aseguro que…–comencé a decir más ella me interrumpió.

–Vamos Sam, te conozco y sé que no soportas que alguien esté por encima de ti y aún por encima tenga algo que tú quieras

– Te aseguro que no tiene nada que ver y sí, Simon es muy guapo pero eso no influye para nada– me defendí cortante esquivándola.

– ¡Ay!, ¡deja de inventarte excusas y asúmelo! Estás celosa. –

– No…Bueno quizás si pero eso no tiene nada que ver. – Si lo estaba, tenía que admitirlo pero no solo por Simon sino por todo lo que tenía ella y yo no. Si, lo reconozco soy muy envidiosa, ese es uno de mis peores defectos por eso ver a Tyffani me ponía de los nervios. Envidiaba su situación, la relación tan fuerte que tenía con el equipo y sus amigas. El que fuera capitana, Simon, en fin todo.

– ¿Entonces por qué no vas a las pruebas y lo demuestras? – me preguntó ella.
– Shante yo…no sé. ¿Y si no me sale bien? Haría el ridículo. – Me salí por la tangente otra vez, más no funcionó.

– ¿Por qué no te saldría bien? Siempre te sale. – argumentó ella.y así entre charla y charla, y argumento y argumento ella me fue enseñando la ciudad y al mismo tiempo insistiendo para que me pasara por las pruebas y no se calló hasta que le dije que lo haría. La verdad es que a veces era muy pesada con algunas cosas pero aún así era adorable y no dejaba de caerme muy bien.

– ¿Cuando son las pruebas? – Me preguntó ella cuando llegamos a la puerta de mi casa ya muy tarde.
– El lunes. – Contesté
– Ah…Pues si quieres el viernes y el fin de semana vienes a mi casa y repasamos pasos para que estés mejor preparada– me propuso ella.
– Claro que quiero, gracias –le dije.

– ¡Hasta mañana!– se despidió ella y se fue.

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Al dia siguiente después de clases quedé con Shantelle y fuimos a un pequeño gimnasio que ella tenía en el ático. Vine con chándal y ropa cómoda y me puse a practicar con ella hasta que me cansé, comprobando que seguía teniendo el talento y la gracia de antaño, cuando yo era capitana y ella formaba parte del equipo de animadoras. El fin de semana salimos de tiendas y estuvimos curioseando ropas por los distintos establecimientos de moda. Ella me enseñó donde se compraba toda la ropa de marca y complementos, todo a la moda pero carísimo. También practicamos un poco, pero no mucho. Todo para no cansarnos y divertirnos.
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Al fin llegó el gran día, el lunes, las animadoras, a excepción de Tiffany claro, se alegraron mucho cuando les dije que me pasaría por la prueba esta tarde. A Tiffany no le hacía mucha gracia claro pero no me dijo nada, se limitó a lanzarme a escondidas una mirada de advertencia, como las que se había acostumbrado a lanzarme cada vez que yo miraba a Simon. Al final de clases me fui a casa y puse ropa adecuada para la prueba, aunque seguía sin estar muy convencida. No las tenía todas conmigo, por eso al llegar preferí quedarme a observar de lejos como las otras candidatas iban yendo. sin atreverme a probar, pero claro siempre tiene que haber alguien inoportuno que me vea…

– ¡Sammy!, ¡Has venido! – La voz de Regina me dio un susto increíble, no me esperaba encontrarla tan cerca.
– Sí, he venido. – Dije simplemente buscando alguna excusa que me sirviera para esquivarla y de paso no participar en las pruebas, más no se me ocurría ninguna.

– ¿Por qué no participas? – me preguntó ella.
– No me apetece. – Contesté
– ¡Venga, por favor! – Exigió ella.
– No, gracias, aparte no he entrenado nada. – Mentí aun reticente.
– ¿Y eso que importa? ¡Lo harás genial! ¡Venga! –

– ¡Regina por favor que no quiero! – Ni con esas, me cogió por la mano y me arrastró a la pista,  toda ilusionada,ante las miradas incrédulas de todos.
– ¡Sammy por favor!– Me imploró

– De acuerdo haré la prueba. – Terminé por aceptar, de todos modos era demasiado tarde para echarse atrás.
La entrenadora se me acercó con una de las organizadoras.

– Nombre y Apellidos–
– Samantha Baizen–
– Adelante Samantha – Me indicó ella.

Y comenzó la prueba. Por un instante estuve tentada de hacerla mal adrede pero entonces vi a Tyffani con Simon y su mirada decía claramente que dudaba de mi capacidad para realizar la prueba. Lo tomé como un desafió y con gran resolución comencé a hacer los movimientos habituales. Las prácticas con Shantelle me habían venido muy bien. Ya no estaba tan nerviosa y lo recordaba todo, además en caso extremo me imaginaba a Shantelle mirando y eso me daba energía de verdad. La prueba se sucedió ente giros saltos y muchas cosas que hacia sin rechistar, ni quejarme ni nada. Cuando acabé todas me miraban asombradas. Regina fue la primera en hablar.


– ¿Ves Sammy? ¡Lo has hecho de maravilla! ¡Venga, apúntate al equipo! –

– Regina por favor. No es nada. – Protesté, vale había hecho la prueba pero solo para demostrarle a Tiffany que no debía subestimarme, no para entrar en su equipo de subordinadas aduladoras.

– ¿¡Qué no es nada?! ¡Has estado increíble! – Siguió insistiendo ella. Al rato se le unieron las otras animadoras, todas felicitándome excepto Tiffany cuya mirada literalmente daba escalofríos. Aunque la cambiaba en cuanto su vista se cruzaba con alguna de las animadoras. Incluso para alguien tan simple como ella era muy fácil fingir. Como la envidiaba…

– ¡Apúntate, por favor! – Oía a mí alrededor.
– No creo que valga para esto chicas – seguía insistiendo en negarme dudosa.
– ¿Qué no crees?, ¡pero si eres una de las mejores! Increíble. –
– Dejad de exagerar…–

– No exageramos Sammy, eres buena. – No se dónde Regina había cogido ese diminutivo la verdad. No me digustaba pero es que parecía tan infantil, me hacía sentir como una cría.

– No creo que…–
– Por favor–
– No…–

Entonces se me acercó la entrenadora junto con algunas organizadoras, pensaba que les iban a pedir que me dejaran en paz pero en vez de eso se me acercaron y la entrenadora dijo:

– Te necesitamos. – No me lo podía creer. ¿Hablaban en serio? ¿De verdad necesitaban a alguien como yo? Si tenían un equipo perfecto. Pero por lo visto no era suficiente. Fue entonces cuando acepté.

– Está bien, me uniré. – dije resignada.

¡¡Síiiiii!! – dijo Regina alegre y me abrazó, me separé un poco cohibida por tanto entusiasmo. Poco después la entrenadora empezó a tomarme las medidas para el traje de animadora en los vestuarios.

– Has hecho un ejercicio increíble para ser una principiante – Valoró

– Bueno…La verdad es que ya fui animadora en mi antiguo instituto – reconocí.

– Comprendo…Bueno ya está, Creo que mañana podrás venir a buscar el traje. Los entrenamientos son todas las tardes después de las clases y no se puede faltar sin una buena excusa y un justificante médico para esta. – Me explicó
– Comprendido – Aseguré yo, no tenía previsto apuntarme pero ya que no tenía más remedio, asistiría. No había mucho mal en ello, excepto, claro, el tener que obedecer a Tiffany.

– Entonces hasta mañana Samantha y suelo ser muy exigente pero después el resultado valdrá la pena. – Aseguró entonces Nicole con disciplina.

– Entendido no se preocupe. No la decepcionaré – Dije y me despedí de la entrenadora. Cuando salí, vi a Shantelle fuera esperándome.


– Bueno. ¿Cómo te ha ido? – Me preguntó
– Muy bien. Gracias por las prácticas. Me dieron seguridad– Dije agradecida.
– De nada – Sonrió alegre – Cuando quieras aquí estoy –

– Gracias – Shantelle me acompañó a casa y como siempre que ocurría cuando nos veíamos acabamos charlando de todo y de nada. Éramos las mejores amigas del mundo. Siempre lo seríamos y eso se notaba.